Las personas mayores son un colectivo con alto riesgo de deshidratación porque con la edad se pierde el reflejo de la sed. Muchas de las patologías propias de esta etapa de vida aumentan el problema. Por eso, ofrecer con frecuencia o tener al alcance de la mano agua ayuda a que no esperen a tener sed para beber y se aseguren una buena hidratación.
Nuestros mayores, incluso una vez que perciben el hecho se tener sed, el volumen de agua que ingieren es escaso. Además, no disfrutan igual que antes o han perdido la sensación placentera que supone la ingesta de tomar agua fresca y de otros líquidos que la contengan (leche, zumos…)
¿Cuáles son los síntomas más habituales de deshidratación en la personas mayores?
Hay unas primeras manifestaciones que nos pueden indicar que no se está ingiriendo la suficiente cantidad de agua cuando:
– La piel y las mucosas no tienen la misma turgencia
– Disminución de la producción de orina
Y en casos ya más severos de deshidratación:
– hipotensión en reposo
– shock.
La falta de agua en nuestro organismo, también afecta al estado anímico. Una buena hidratación mejora la función cognitiva y el ánimo en las personas mayores.
¿Qué situaciones son las de mayor riesgo?
Principalmente el aumento de la temperatura cuando llega el calor, es una de las situaciones clave en la que puede aparecer deshidratación, porque el calor aumenta la sudoración y se pierde líquido con mayor facilidad.
¿Cuánto y cómo deben hidratarse nuestros mayores?
El agua es el componente principal de nuestro organismo, sin embargo, con la edad, disminuye la proporción de agua en el organismo. La recomendación, en ancianos sin patología que indique restricción de líquidos, es que beban entre 2,5 y 3 litros al día.
¿Cómo combatimos la deshidratación?
Desde nuestros centros realizamos campañas de concienciación a todos nuestros residente para concienciarles de la importancia de estar bien hidratados, especialmente en época estival, que hace más calor y nos podemos deshidratar con más frecuencia.
Para ello, contamos con diversas estrategias para hacer que nuestros residentes tomen agua de una manera más amena, evitando así el que rechacen el agua con la excusa de “no tengo sed”
– Añadir zumo de limón al agua. El sabor gusta y resulta refrescante. También puede hacerse con fresas, lima, sandia…
– Ofrecer gelatinas de distintos sabores.
– Zumos de diferentes sabores. En invierno, además, sopas, caldos e infusiones.
– Frutas y hortalizas con gran contenido en agua como son la sandía, melón, kiwi, naranjas… En verano, gazpacho y salmorejo en las comidas.
– Establecemos rondas de hidratación cada 2 horas, donde ofrecemos a nuestros residentes agua y otras bebidas refrescantes.